El ajo (allium sativum) es una planta perenne de la familia de las cebollas (allium cepa), regida astrológicamente por las energías del logos planetario de Marte y su octava superior (Plutón), por tanto es eficaz para combatir todas las patologías inflamatorias y degenerativas ocasionadas por la acción de las energías disonantes del Chacra No 3.
La sabiduría ancestral de los egipcios, hebreos, sumerios, griegos y romanos – entre otros – utilizaron ampliamente las propiedades terapéuticas del ajo para sanar al cuerpo.
Hoy la ciencia actual ha confirmado que el ajo tiene cerca de cien compuestos diferentes que combinados le otorga su eficacia y potencia terapéuticas. Muchos opinan que estos no son más que una aproximación y que en los próximos años podrían descubrirse muchos más.
Es fuente de vitaminas (A, B1, B2, B3, C y E ) , de minerales (potasio, fósforo, calcio, hierro y sodio) y es la planta mas rica en SELENIO y Germanio orgánicos.
La muerte súbita infantil, la atrofia pancreática, la necrosis del hígado y la infertilidad son enfermedades en las que se encuentra involucrada la deficiencia de SELENIO.
Los efectos tóxicos del cadmio (baterías de celulares), del arsénico, el mercurio y el cobre, son neutralizados por el selenio.
Los autores de varios ensayos han encontrado que el selenio reduce el crecimiento tumoral y estimula la apoptosis (tipo de muerte celular controlada).
El Ajo contiene también adenosina (neuromodulador en el Sistema Nervioso Central) que le permite bloquear la agregación de plaquetas y fluidificar la sangre. Disminuye el nivel del llamado “colesterol malo” y de los triglicéridos tanto en la sangre como en el hígado.
Pero lo más valioso del ajo como medicinal son sus aminoácidos sulfúreos o azufrados (alicina) que le confieren un marcado poder antibacteriano y antivírico y contribuyen con el cuerpo en la eliminación de toxinas nocivas (metales toxicos).
Se ha demostrado que el ajo también inhibe el crecimiento de los estafilococos, los estreptococos y las bacterias causantes de la disentería y del tifus. Además está demostrada su efectividad para combatir microorganismos resistentes a ciertos antibióticos -destruye las bacterias patógenas en los intestinos sin dañar la flora natural que interviene en la digestión- y aumenta las defensas naturales del organismo. Esta comprobado como un excelente antiinflamatorio.
En lo que ningún otro remedio lo iguala es en la lucha contra los problemas cardiovasculares ( reduce los niveles de triglicéridos en la sangre y “colesterol malo”, disminuye la presión arterial, previene la coagulación o la trombosis en los vasos sanguíneos).
Tiene, además, propiedades analgésicas para el dolor de cabeza y de muelas. Es eficaz para evitar el estreñimiento, las várices, las hemorroides y prevenir los problemas renales.
Para seguir hablando del ajo es necesario que mencionemos a los radicales libres, porque esta planta es tremendamente eficaz para mantenerlos a raya.
Los radicales libres son átomos, por lo general de oxígeno, altamente reactivos e inestables, que se liberan cuando el alimento es metabolizado en nuestras células para producir energía. También se producen por influencias externas cuando nuestro organismo recibe el impacto de diversos contaminantes o radiaciones o por el estrés emocional . La inestabilidad de los radicales libres se debe a que han perdido uno de sus electrones e intentan reponerlo tomándolo de otros átomos. Esto crea una reacción en cadena que ocasiona grandes daños a nuestras células, daños que se manifiestan en envejecimiento y un buen número de enfermedades.
Los radicales libres no son intrínsecamente malos. De hecho, nuestro propio cuerpo los fabrica en cantidades moderadas para luchar contra bacterias y virus. Los radicales libres producidos por el cuerpo para llevar a cabo determinadas funciones son neutralizados fácilmente por nuestro propio sistema. Con este fin, nuestro cuerpo produce unas enzimas (como la catalasa o la dismutasa) que son las encargadas de neutralizarlos. Estas enzimas tienen la capacidad de desarmar los radicales libres sin desestabilizar su propio estado.
Las reacciones químicas de los radicales libres se dan constantemente en las células de nuestro cuerpo y son necesarias para la salud. Pero, el proceso debe ser controlado con una adecuada protección antioxidante. Un antioxidante es una sustancia capaz de neutralizar la acción oxidante de los radicales libres, liberando electrones en nuestra sangre que son captados por los radicales libres convirtiéndose en moléculas estables.
Pues bien, el Ajo es un poderoso antioxidante.
Para los diabéticos es también importante ya que reduce los niveles de azúcar en la sangre estimulando el proceso de absorción de la misma.
Y como si no fuera suficiente, la alisina del ajo ayuda al organismo a eliminar las células cancerosas.
De acuerdo a nuestras investigaciones bio energéticas (Qisoma), hemos comprobado que el Ajo es eficaz para:
Bazo: Infecciones y patógenos en el Bazo
Cerebro: Parásitos en el cerebro
Estómago: Debilidad gástrica
Hígado: Parásitos en el hígado (amebas) -Hepatitis-
Hipófisis: Debilidad de la hipófisis
Intestino Delgado: Parásitos intestinales
Mamas: Baja producción de leche materna
MingMen: Estancamiento de las energías prenatales
Ovarios: Patógenos en ovarios
Páncreas: Parásitos en el páncreas- Pacreatitis
Próstata: Virus y parásitos en la próstata
Riñones: Infecciones renales.
S. Linfático: Limpia y activa el Sistema Linfático
Timo: Débil funcionamiento del Timo
Utero: Infecciones en el útero
Vejiga: Infecciones en la Vejiga
En fin, por todo lo dicho -y que al parecer no es más que una mínima parte de las propiedades terapéuticas que podrían llegar a conocerse- no cabe duda de que el ajo es uno de los productos naturales más efectivos para evitar la enfermedad y mantener la salud.
PREPARACION DE UN CONCENTRADO DE AJO
♦ 250 gms de ajo (75 cc de principios activos) (30% del peso)
♦ 150 cc de glicerina neutra
♦ 350 cc de agua destilada
Se lavan los ajos en agua limpia.
Después de lavados los ajos le agregamos los 350 cc de agua destilada y procedemos a licuarlos.
Al licuado resultante lo sometemos al baño de maría por 10 minutos.
Luego se filtra con un paño limpio exprimiéndolo enérgicamente y a la solución resultante se le agregan los 150 cc de glicerina.
Se revuelve bien y envasamos en una botella.
El resultado es un concentrado de ajo con un leve sabor dulce el cual se toma en dosis de 1 o 2 cucharadas 3 veces al día.
La sabiduría ancestral de los egipcios, hebreos, sumerios, griegos y romanos – entre otros – utilizaron ampliamente las propiedades terapéuticas del ajo para sanar al cuerpo.
Hoy la ciencia actual ha confirmado que el ajo tiene cerca de cien compuestos diferentes que combinados le otorga su eficacia y potencia terapéuticas. Muchos opinan que estos no son más que una aproximación y que en los próximos años podrían descubrirse muchos más.
Es fuente de vitaminas (A, B1, B2, B3, C y E ) , de minerales (potasio, fósforo, calcio, hierro y sodio) y es la planta mas rica en SELENIO y Germanio orgánicos.
La muerte súbita infantil, la atrofia pancreática, la necrosis del hígado y la infertilidad son enfermedades en las que se encuentra involucrada la deficiencia de SELENIO.
Los efectos tóxicos del cadmio (baterías de celulares), del arsénico, el mercurio y el cobre, son neutralizados por el selenio.
Los autores de varios ensayos han encontrado que el selenio reduce el crecimiento tumoral y estimula la apoptosis (tipo de muerte celular controlada).
El Ajo contiene también adenosina (neuromodulador en el Sistema Nervioso Central) que le permite bloquear la agregación de plaquetas y fluidificar la sangre. Disminuye el nivel del llamado “colesterol malo” y de los triglicéridos tanto en la sangre como en el hígado.
Pero lo más valioso del ajo como medicinal son sus aminoácidos sulfúreos o azufrados (alicina) que le confieren un marcado poder antibacteriano y antivírico y contribuyen con el cuerpo en la eliminación de toxinas nocivas (metales toxicos).
Se ha demostrado que el ajo también inhibe el crecimiento de los estafilococos, los estreptococos y las bacterias causantes de la disentería y del tifus. Además está demostrada su efectividad para combatir microorganismos resistentes a ciertos antibióticos -destruye las bacterias patógenas en los intestinos sin dañar la flora natural que interviene en la digestión- y aumenta las defensas naturales del organismo. Esta comprobado como un excelente antiinflamatorio.
En lo que ningún otro remedio lo iguala es en la lucha contra los problemas cardiovasculares ( reduce los niveles de triglicéridos en la sangre y “colesterol malo”, disminuye la presión arterial, previene la coagulación o la trombosis en los vasos sanguíneos).
Tiene, además, propiedades analgésicas para el dolor de cabeza y de muelas. Es eficaz para evitar el estreñimiento, las várices, las hemorroides y prevenir los problemas renales.
Para seguir hablando del ajo es necesario que mencionemos a los radicales libres, porque esta planta es tremendamente eficaz para mantenerlos a raya.
Los radicales libres son átomos, por lo general de oxígeno, altamente reactivos e inestables, que se liberan cuando el alimento es metabolizado en nuestras células para producir energía. También se producen por influencias externas cuando nuestro organismo recibe el impacto de diversos contaminantes o radiaciones o por el estrés emocional . La inestabilidad de los radicales libres se debe a que han perdido uno de sus electrones e intentan reponerlo tomándolo de otros átomos. Esto crea una reacción en cadena que ocasiona grandes daños a nuestras células, daños que se manifiestan en envejecimiento y un buen número de enfermedades.
Los radicales libres no son intrínsecamente malos. De hecho, nuestro propio cuerpo los fabrica en cantidades moderadas para luchar contra bacterias y virus. Los radicales libres producidos por el cuerpo para llevar a cabo determinadas funciones son neutralizados fácilmente por nuestro propio sistema. Con este fin, nuestro cuerpo produce unas enzimas (como la catalasa o la dismutasa) que son las encargadas de neutralizarlos. Estas enzimas tienen la capacidad de desarmar los radicales libres sin desestabilizar su propio estado.
Las reacciones químicas de los radicales libres se dan constantemente en las células de nuestro cuerpo y son necesarias para la salud. Pero, el proceso debe ser controlado con una adecuada protección antioxidante. Un antioxidante es una sustancia capaz de neutralizar la acción oxidante de los radicales libres, liberando electrones en nuestra sangre que son captados por los radicales libres convirtiéndose en moléculas estables.
Pues bien, el Ajo es un poderoso antioxidante.
Para los diabéticos es también importante ya que reduce los niveles de azúcar en la sangre estimulando el proceso de absorción de la misma.
Y como si no fuera suficiente, la alisina del ajo ayuda al organismo a eliminar las células cancerosas.
De acuerdo a nuestras investigaciones bio energéticas (Qisoma), hemos comprobado que el Ajo es eficaz para:
Bazo: Infecciones y patógenos en el Bazo
Cerebro: Parásitos en el cerebro
Estómago: Debilidad gástrica
Hígado: Parásitos en el hígado (amebas) -Hepatitis-
Hipófisis: Debilidad de la hipófisis
Intestino Delgado: Parásitos intestinales
Mamas: Baja producción de leche materna
MingMen: Estancamiento de las energías prenatales
Ovarios: Patógenos en ovarios
Páncreas: Parásitos en el páncreas- Pacreatitis
Próstata: Virus y parásitos en la próstata
Riñones: Infecciones renales.
S. Linfático: Limpia y activa el Sistema Linfático
Timo: Débil funcionamiento del Timo
Utero: Infecciones en el útero
Vejiga: Infecciones en la Vejiga
En fin, por todo lo dicho -y que al parecer no es más que una mínima parte de las propiedades terapéuticas que podrían llegar a conocerse- no cabe duda de que el ajo es uno de los productos naturales más efectivos para evitar la enfermedad y mantener la salud.
PREPARACION DE UN CONCENTRADO DE AJO
♦ 250 gms de ajo (75 cc de principios activos) (30% del peso)
♦ 150 cc de glicerina neutra
♦ 350 cc de agua destilada
Se lavan los ajos en agua limpia.
Después de lavados los ajos le agregamos los 350 cc de agua destilada y procedemos a licuarlos.
Al licuado resultante lo sometemos al baño de maría por 10 minutos.
Luego se filtra con un paño limpio exprimiéndolo enérgicamente y a la solución resultante se le agregan los 150 cc de glicerina.
Se revuelve bien y envasamos en una botella.
El resultado es un concentrado de ajo con un leve sabor dulce el cual se toma en dosis de 1 o 2 cucharadas 3 veces al día.
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